En la primera mitad del siglo XX, hubo una gran aparición de pensadores, científicos, místicos cuyos estudios y aportaciones dieron lugar a la construcción de un nuevo paradigma en el cual vivimos actualmente y entre ellos resaltó el nombre de George Ivanovich Gurdjieff, que después de años de investigación y aventura se decidió establecer grupos de estudio en Rusia para diseminar sus hallazgos; un modelo de desarrollo de la conciencia que hasta el día de hoy brilla por su pragmatismo y eficiencia. Encontró respuestas a las preguntas más fundamentales del predicamento humano; sus respuestas eran de corte psicológico en las que se revisaba el estado de la conciencia, a través del cual se determina la manera en que la gente interactúa con los demás y desarrollan conductas culturales. El determinó que el estado psicológico interno se había distorsionado y que por ende, la cultura había perpetuado dichas distorsiones, dando así lugar a un dilema único. El proponía: “ los humanos han desarrollado un estado ambiguo de conciencia que ni es totalmente despierto ni completamente dormido, y viven en estado de vigilia-sueño con la creencia de que están completamente despiertos…”

En contraste a las corrientes psicológicas de investigación y de terapia que se enfocan en la comprensión y la implementación de ajustes a la conducta personal e interpersonal, el método de Gurdjieff se enfoca en la transformación de la vida interna de la persona y no meramente un ajuste; es una psicología espiritual que se propicia la evocación del potencial interno.

El decía que el estar despierto es un estado de consciencia en el cual una persona se percata en donde se encuentra, que es lo que está haciendo, su condición interna y externa (incluyendo pensamientos, emociones, movimientos y sensaciones) y a medida que hace algo, o simplemente es existe una parte dentro de que está experimentando claramente su existencia está consciente de estar vivo en el presente momento.

Gurdjieff planteaba una forma clara e inclusive dramática, que debido a este estado de sueño, el ser humano no es realmente consciente de su conducta y de sus circunstancias presentes y sucumbe a patrones de comportamiento inconscientes y repetitivos y por consiguiente es víctima de su mecanicidad; según su propuesta, vivimos una especie de sonambulismo colectivo y deambulamos por las calles del mundo sin darnos cuenta de dónde estamos, de realmente a dónde vamos o de quienes somos. Por ello, realmente no somos libres y lo que aparentemente es la toma de decisiones en nuestra vida, es más bien producto de la mecanicidad.
El objetivo central de su propuesta, conocida con el nombre de “El Trabajo“, es el alcanzar el despertar; desarrollar la conciencia del aquí y el ahora y realmente ser libres. El representaba a través de una metáfora simple pero dramática, el encarcelamiento del ser humano:

“… El ser humano vive encerrado en una cárcel, sin darse cuenta de que el cerrojo de la puerta está abierto… por ello, sigue encerrado…

Demos cuenta entonces que tal vez vivimos encerrados en una cárcel impuesta por nosotros mismos y tan inconscientes somos de esto, que tampoco nos hemos percatado que esa cárcel no tiene puerta; es sólo cuestión de que nos demos cuenta en donde estamos y que tomemos la decisión de salir de este estado. Al final de cuentas, la práctica espiritual tiene como objetivo liberarnos de esas limitaciones, sin sonambulismo; dejar de ser víctimas del ego y sus efectos como la carencia, la duda, el miedo y en general el sufrimiento.

Sri Aurobindo, gran filósofo hindú, comentaba: “ …el individuo liberado, aquel que ha concientizado el ser y el espíritu dentro de si, aquel que ha entrado en la conciencia cósmica, actúa por la luz y la energía del poder dentro de él, trabajando a través de los instrumentos humanos. Esta es una total liberación del alma, de la mente, del corazón y la acción “

Vivimos un mundo de creencias colectivas que se han constituido en paradigmas formales a los cuales la mayoría de la gente está suscrita; obedece esas creencias como si fueran la realidad misma, sin darse cuenta que son producto de su ego y del reforzamiento constante que recibimos del exterior. De esta manera, muchas personas privilegian el estado de víctima, a través del cual culpan al entorno, la sociedad, a los líderes o inclusive a causas tan extrañas como el karma, entre otras razones y así aceptan sus circunstancias sin cuestionarlas.

El trabajo de Gurdjieff no consiste en seguir la senda de alguna otra persona, sino más bien requiere que uno se convierte en su propio investigador de sí mismo, buscando comprender cómo y porqué está atrapado en su único estado de ensoñación y vigilia.  En el mundo tan cambiante y desafiante al que nos enfrentamos hoy, observamos como todas estas creencias antiguas están siendo cuestionadas severamente y hoy en día las nuevas generaciones se resisten a aceptar esos modelos sociales y culturales. Michael Bernard Beckwith, en su libro “Lifevisioning”, propone cuatro etapas fundamentales por las que tenemos que preparar nuestra conciencia para este proceso de liberación:

Fase 1: la conciencia de la víctima.
En esta fase realmente no existe ningún ninguna práctica espiritual y la persona se considera que es víctima de la vida, que está controlando su existencia desde fuentes externas.

Fase 2: la conciencia del manifestante.
Aquí ya se desarrollan prácticas espirituales enfocadas fundamentalmente a la afirmación y a la visualización y la persona quiere por consiguiente un sentido de responsabilidad sobre su propio destino y realización.

Fase 3: la conciencia del canal.
Se desarrollan prácticas espirituales más avanzadas tales como el poder afirmativo de la oración, la meditación, el poder de la manifestación a través de la visión y aparece una clara tendencia a disolver la sensación de separación de la persona con el resto del mundo.

Fase 4: la conciencia plena.
Es un estado de auto realización plena en el que la persona se hace consciente de su unión con todo; el individuo se encuentra plenamente consciente y despierto y está dispuesto a servir y trabajar por el despertar de la humanidad.

Este es un camino promisorio que se nos presenta por delante y a cada uno de nosotros nos toca tomar la decisión de recorrerlo; independientemente de la fase en la que cada uno de nosotros nos podamos ubicar que nos encontramos, las acciones a seguir, según Gurdjieff siempre son las mismas: darnos cuenta y hacernos cargo, es decir, desarrollar la práctica de la auto observación en todo momento de nuestro día y de esa manera darnos cuenta de nuestras sensaciones, pensamientos y emociones así como también de todo lo que acontece alrededor de nosotros y adicionalmente hacernos cargo de nuestros actos, nuestras decisiones y conductas y las consecuencias que ellas generan.

De esta manera, realmente seremos libres y podemos ver un mundo radicalmente diferente al que percibimos: estaremos despiertos.