El presente artículo integra fragmentos del libro llamado “Un Curso de Milagros”:

“…La verdad es inalterable, eterna e inequívoca. Es posible no reconocerla, pero es imposible cambiarla. La verdad está más allá del aprendizaje porque está más allá del tiempo y de todo proceso. Simplemente es.

El mundo de la percepción, por otra parte, es el mundo del tiempo, de los cambios, de los comienzos y de los finales. Se basa en interpretaciones, no en hechos. Es un mundo de nacimientos y muertes, basado en nuestra creencia en la escasez, en la pérdida, en la separación y en la muerte. Lo que la percepción ve y oye parece real, porque sólo admite la conciencia aquello que concuerda con los deseos del que la percibe. Esto da lugar a un mundo de ilusiones, mundo que es necesario defender sin descanso, precisamente porque no es real.

Una vez que alguien queda atrapado en el mundo de la percepción, queda atrapado en un sueño. No puede escapar sin ayuda, porque todo lo que sus sentidos le muestran da fe de la realidad del sueño.

El mundo que vemos refleja simplemente nuestro marco de referencia interno: el de las ideas predominantes, los deseos y las emociones que albergan nuestras mentes. La proyección da lugar a la percepción. Primero miramos en nuestro interior y decidimos qué clase de mundo queremos ver; luego proyectamos ese mundo afuera y hacemos que sea real para nosotros tal como lo vemos.

Hacemos que sea real mediante las interpretaciones que hacemos de lo que estamos viendo. Si nos valemos de la percepción para justificar nuestros propios errores (nuestra ira, nuestros impulsos negativos, nuestra falta de amor en cualquier forma que se manifieste), veremos un mundo lleno de maldad, destrucción, malicia, envidia y desesperación. Tenemos que aprender a perdonar todo esto, no porque al hacerlo seamos buenos o caritativos, sino porque lo que vemos no es real. Hemos distorsionado al mundo con nuestras absurdas defensas y por lo tanto estamos viendo lo que no está ahí.

El cuerpo aparenta ser, en gran medida, auto motivado e independiente, más en realidad sólo responde a las intenciones de la mente. Si la mente lo utiliza para atacar, sea de la forma que sea, el cuerpo se convierte en la víctima de la enfermedad, la vejez y la decrepitud. Si la mente, en cambio, acepta el propósito del Ser, el cuerpo se convierte en un medio eficaz de comunicación con otros. De por sí, el cuerpo es neutro, como lo es todo en el mundo de la percepción. Utilizarlo para los objetivos del ego o para los del Ser depende enteramente de lo que la mente elija…

No hay grados de dificultad en los milagros; no hay ninguno que sea más difícil o más grande que otro. Todos son iguales. Todas las expresiones de amor son máximas.

Los milagros son pensamientos; son siempre afirmaciones de renacimiento y cancelan el pasado en el presente, y así, liberan el futuro. Dar fe de la verdad son convincentes porque proceden de la convicción.

Los milagros despiertan nuevamente la conciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad y son expresiones naturales de perdón. Crees que lo que no puedes ver con los ojos del cuerpo no existe. Esta creencia te lleva a negar la visión espiritual. Los milagros reorganizan la percepción y colocan todos los niveles en su debida perspectiva.

El contenido perceptual de los milagros es la plenitud. De ahí que puedan corregir o redimir la errada percepción de carencia. Uno de los mayores beneficios que se deriva de los milagros es su poder para liberarte de tu falso sentido de aislamiento, privación y carencia. Los milagros surgen de un estado mental específico; del acto de estar listo para ellos los milagros son expresiones de una conciencia interna pura. El milagro es el único recurso que tienes a tu inmediata disposición para controlar el tiempo. El milagro no distingue entre diferentes grados de percepción errónea. Es un recurso para sanar la percepción que es eficaz independientemente del grado o dirección del error. Eres libre de creer lo que quieras y tus actos dan testimonio de lo que crees. Tienes el poder de obrar milagros…”

 

Los milagros existen, pero no como una violación a las leyes de la naturaleza, sino como un cumplimiento cabal de estas; la presencia de “milagros” en nuestra vida es simplemente el cumplimiento de principios universales que aún son desconocidos a la humanidad. Hoy, para ti, el vivir la experiencia del milagro, es una decisión.