“…Hay una sola manera para que cada individuo elimine de su conciencia la influencia del miedo.
Es, ante todo, familiarizarse con los principios fundamentales de la vida
y estableciendo en la mente y en el corazón una convicción firme
de que todas las actividades del universo son esencialmente constructivas y buenas
y de que solamente nuestro ángulo especial o punto de vista personal
con respecto a algunas de estas fuerzas y funciones del universo
es lo que las hace tener la falsa apariencia de ser destructivas “
Dr. Harvey Spencer Lewis
Hoy en día los medios de comunicación y las redes sociales a nivel mundial están inundadas con una sola inquietud: el coronavirus…
El miedo al contagio, el miedo a perder nuestra forma de sustento, el miedo a la crisis, el miedo a la duración de la pandemia… en fin, miedo, incertidumbre, ansiedad, angustia y soledad.
qué podemos hacer?
Existe una diferencia muy fina entre lo que es el temor y lo que es el buen juicio y puede llegar un momento en que uno se confunda con el otro. Nosotros afirmamos que antes que nada debemos identificar y ver a la cara los temores que haya en nuestro interior, reconocerlos y aceptarlos, pero definitivamente no suscribirnos a ellos.
La vieja definición nos lo propone: valiente no es aquel que no tiene temores, sino el que los tiene y es capaz de enfrentarlos y así trascenderlos.
Pongamos entonces, en perspectiva esta situación; tanto la filosofía como la ciencia nos hablan de que existe un orden y un equilibrio en la naturaleza; de hecho, anteriormente comentábamos sobre el principio del caos y el orden y de la manera en la que uno conlleva al otro y también hemos mencionado que es ahora el momento de establecer nuestra certidumbre no en factores externos a nosotros, sino en principios y valores internos; ¿cuáles podrían ser esos?
Prudencia: sigamos con conciencia todas las indicaciones que se nos proponen para prevenir el contagio. En ese sentido, la información es basta y no tiene caso abundar sobre ella en este espacio.
Atención: démonos cuenta de qué es lo que pasa a nuestro alrededor y en nuestro interior; sobre este aspecto hemos hablado en otras ocasiones cuando mencionamos la importancia del desarrollo de la conciencia. Darnos cuenta de todo lo que está sucediendo es una forma de propiciar la conciencia en nosotros y de esa manera mantener el equilibrio de todo lo que acontece en nuestra vida.
Paz: busquemos el estado de quietud y de silencio para mantenernos en nuestro centro. La meditación y la relajación serán los mejores antídotos ante el estrés, que es el principal componente de la depresión de nuestro sistema inmunológico. La respiración pausada y serena, para mantener nuestra quietud, es una práctica que hoy más que nunca hace sentido.
Trabajo interior: mantener pensamientos positivos, de alegría, de confianza, de amor y de perdón son algunas de las prácticas cotidianas que podemos llevar a cabo para elevar la calidad de nuestra energía interior.
Oración: en cualquiera de sus modalidades, la oración, la mantralización y en general todas las prácticas de invocación habrán de reforzar nuestras certidumbres y ayudarán a disolver los miedos, inquietud y expectativas infundadas.
En resumen, tomemos todas las medidas preventivas en el plano físico para disminuir las probabilidades de contagio tal como se nos propone; pero antes que nada, démonos cuenta que, en el universo existe un orden, hay un equilibrio y que nosotros no nos movemos en éste como si fuéramos hojas al viento; todo tiene una razón de ser y probablemente los motivos de fondo en esta crisis que estamos enfrentando hoy en día escapan temporalmente a nuestro entendimiento, pero seguramente llegará un día en que nos quedará claro el propósito de todo lo que está sucediendo. Nos parece que no es ilusorio el invertir nuestra confianza en este sentido de orden cósmico y que, si nosotros nos instalamos en nuestra atención en la búsqueda de una vida virtuosa y sentada en una base de confianza, la consecuencia natural es que nada tiene que sucedernos.
Es una certidumbre que todos algún día habremos de partir de este mundo; sobre eso no hay duda alguna. Lo que sí está por definirse aún, es si realmente estamos viviendo y no solamente intentando sobrevivir y mantener un equilibrio frágil y endeble en nuestra vida material. Hoy que estamos aquí, procuremos dar lo mejor de nosotros y a sembrar Fe, Esperanza y Caridad.