Filosofía2020-02-20T18:29:48-06:00

Filosofía

En el mundo antiguo no existía otro conocimiento más que la filosofía, el gusto por la sabiduría, el amor por el conocimiento.  A lo largo de los siglos la filosofía tuvo tres grandes hijos: el misticismo, la ciencia y el arte y con el tiempo surgió una cuarta hija, la religión. Esta última habría de jugar un papel preponderante en la historia de la humanidad; siendo su significado el reencuentro o regreso al origen divino (lt. religare), llegó a legitimar su sentido o propósito en el devenir del hombre y con el paso del tiempo, se consolidó como una gran institución que se fortaleció hasta el punto de afirmar que era el único conocimiento válido basado en la sabiduría revelada y que todo el quehacer humano debería de basarse y de regirse por estos textos. Si bien es cierto esto hasta cierto punto, se nos antoja pensar que la religión fue más allá de eso en su atrevimiento por someter a la ciencia, subyugar el arte y eclipsar a la mística.

Pasaron muchos siglos para que finalmente la ciencia pudiera rebelarse e independizarse de la religión y de la misma manera el arte, hasta que finalmente la religión tomó la posición que actualmente ostenta. Posteriormente, la mística se rescató también como una línea independiente del saber humano.

Hoy en día pensamos que la mística se ha fusionado en gran medida con la filosofía en su acepción moderna, e integra en general el conocimiento o el saber de lo trascendente, de lo perdurable, de lo eterno; rescatamos así el conocimiento de las grandes civilizaciones, pero también, integramos la experiencia humana que va más allá de los sentidos, de lo racional y de lo intelectual. La palabra mística proviene de “misterio”, tal vez lo que no es conocido por el raciocinio:

El corazón conoce de razones…, que la razón no conoce…

Blaise Pascal

Mientras que la filosofía reflexiona sobre todo lo relacionado a la virtud, la ética, la moral y en general a todo aquello que concierne a la manifestación del ser, también toca muchos aspectos de la experiencia trascendental del alma y hemos de visitar algunos de ellos en la medida en la que le den servicio a nuestro objetivo central, el desarrollo de la conciencia.

En esta sección encontrarás las propuestas de místicos, filósofos, pensadores y en general, de buscadores a lo largo de la historia hasta donde tenemos acceso y recuerdo de la memoria.

La Filosofía al servicio de la Consciencia

Es común encontrar ya en un mundo donde el sentido de realización, éxito y felicidad está basado en nuestras posesiones, reconocimientos y en general todo tipo de experiencias sensuales, personas que experimentan un enorme vacío interior que para muchos se manifiesta como una pérdida de valores y una profunda sensación de soledad. Le hemos rendido culto a la búsqueda del bienestar material y nuestra sociedad se auto-hipnotiza constantemente a través de los medios de comunicación masiva para seguir ofreciéndonos la tierra prometida en la medida en la que “ tengamos todo lo que queremos o supuestamente necesitamos “

Nuestro sentido de identidad se ha visto gravemente afectado por estas razones, de tal manera que hoy la persona común vive en una gran confusión sin saber realmente quién es o que busca. Nos hemos apegado a toda clase de etiquetas que aparentemente dignifican nuestra vida, sin saber que en realidad la empobrecen. En cierta medida, es lo que conocemos como identificación y es uno de los vicios más graves de los que adolece la humanidad hoy día.

Pero esto no es nuevo, Buda ya lo planteaba hace miles de años atrás, cuando mencionaba que los venenos de la humanidad eran tres: el apego a todo aquello que aparentemente sustenta nuestra felicidad, la aversión o rechazo a todo aquello que sentimos que es una amenaza a nuestra vida y finalmente la ignorancia, por el hecho de desconocer nuestra auténtica naturaleza.

Hemos nacido y crecido en una sociedad que está infestada de toda clase de temores, grandes y pequeños que nos persiguen y nos amenazan diariamente, robándonos nuestra paz mental y bienestar. Hemos dejado de soñar, hemos perdido la ilusión y el romance con la vida y hoy en día, más que nunca es vital que regresemos a los principios básicos que nos fueron entregados hace miles de años atrás en las diferentes filosofías del mundo.

“…Nada irreal existe, nada real puede ser amenazado; en esto consiste la paz de Dios…”

                                                                                                                                                                  Curso de Milagros

esta es una declaración que nos hace reflexionar profundamente y nos ofrece una puerta de salida a esos temores, a esos apegos y nos da la luz para poder vivir nuestra vida de una manera diferente.

El mundo occidental se ha apegado enfermizamente al concepto de la fe ciega, en la que sin cuestionar y no permitiendo que la razón intervenga, nos aferramos a ciertas ideas que pretenden rescatarnos de nuestro dolor y sufrimiento y muchas veces sin lograrlo. La filosofía nos propone un tipo de fe completamente distinta, la fe racional que parte de certidumbres sobre las cuales podemos asentar nuestra determinación, nuestras decisiones y definitivamente nuestra paz mental. Así ya nos lo proponen las escrituras sagradas del cristianismo:

“…es pues la fe la convicción de lo que se espera; por la fe fue creado el Universo, de tal suerte que lo que se ve, fue creado de lo que no se ve…”

                                                                                                                                                                    Hebreos 11:1

Las filosofías ancestrales y las órdenes iniciáticas del mundo de las cuales sólo algunas de ellas han trascendido hasta los tiempos actuales, ya nos hablaban sobre estos temas y nos proponían que era menester el procurar el equilibrio de nuestra vida para que pudiéramos dar lugar al florecimiento de esa tan anhelada realización y que nos diera en conjunto con la simpleza de la conciencia el poder en nuestras vidas. La fe científica es entonces un acto de la razón de la cual se deriva la esperanza, como un acto de la convicción o certidumbre del mundo que decidimos vivir.

Es sumamente importante entonces que nos demos cuenta a través del trabajo de la observación y la conciencia, de todas nuestras mecanicidades, hábitos repetitivos, compulsiones y vicios, y de esa manera ser capaces de erradicarlos para así alcanzar la plenitud de nuestra conciencia. Para poder lograrlo, las órdenes iniciáticas de la antigüedad proponían que era necesario “morir para renacer” y así dar espacio a nuestra verdadera esencia; entrar en el seno de nuestro propio ser (como aquel que se adentra en lo profundo de una cueva para extraer minerales preciosos) y dar lugar al encuentro con nosotros mismos; con esa parte trascendente del ser humano, esa parte inmortal, perfecta e inamovible.

La alquimia de la edad media estaba en búsqueda de la sustancia mágica que cambiaba la calidad de los metales y que se conocía como la piedra filosofal. Hoy comprendemos que esa piedra filosofal no es otra cosa más que nuestro trabajo interior que nos permita hacer la transmutación mental del plomo de nuestros vicios en el oro de nuestras virtudes.

La filosofía, la mística y el esoterismo nos proponen por igual, que existen muchos planos de causación en el ser humano y que la vida es una experiencia entre mundos. Que la muerte realmente no existe y que en vez de luchar para no morir, es el enfocarnos en vivir plenamente. Que nuestra presencia en este mundo es una experiencia maravillosa y única y lo que nos toca es entregarnos a ella.

Desde el principio, el ser humano se ha preguntado cuál es el sentido de estar aquí y la filosofía de todos los tiempos lo plantea de una forma poética, elocuente y sucinta: Dios es y se conoce a sí mismo. Los tratados herméticos del antiguo Egipto proponían hace miles de años atrás, “que el todo es y fuera del todo no hay nada” y que el “ser humano es una idea en la mente infinita del todo” y es para nosotros menester el recordar a través de nuestros actos, de nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos, la verdadera naturaleza de nuestro ser; ahí reside nuestra realización y nuestra felicidad.

La eterna búsqueda de lo real, lo esencial o lo trascendente se ha valido de variados recursos como la oración y la meditación e inclusive a través de inducir estados alterados de la conciencia por la ingesta de sustancias psicotrópicas, práctica muy socorrida en las tradiciones americanas.  En las últimas décadas, el esoterismo ha venido madurando en el mundo y ha consolidado su posición como una vía mística y filosófica para la realización del ser humano; a final de cuentas, la palabra esoteria tiene su origen en lo interno y como tal lo único que propone es que regresemos al interior de nosotros mismos; igualmente rescata la sabiduría ancestral de las formas y los movimientos del cosmos conocida como geometría sagrada, basada en principios como la proporción áurea que existe en toda la naturaleza y que gobierna las dinámicas de la expresión de la vida. Al conocerla, el hombre buscó emular este equilibrio natural en la construcción de monumentos y templos comprendiendo que la belleza, armonía y equilibrio se regían por este principio. Da Vinci mismo la describe artísticamente en el hombre de Vitrubio.

Como hemos mencionado anteriormente, nos enfrentamos a tiempos caóticos y desafiantes donde hoy más que nunca, buscamos rescatar la filosofía, la mística y el esoterismo de civilizaciones antiguas para replantearnos un mundo diferente. En ese sentido nos abrimos aquí a conocer las propuestas de algunas de ellas, esperando que sean de

utilidad para ti,

para servicio a tu prójimo

y para gloria del Creador.

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